Estuve leyendo la autobiografía póstuma de Martin Luther King hace unos días. En los años 60, organizando una marcha a favor de los derechos civiles en Mississippi, el reverendo Martin Luther King tuvo que resolver un conflicto y llegar a un acuerdo con un ala radical del movimiento. Estos grupos promovían una lucha por los derechos civiles que tuviera un componente violento, armado. Previo a la marcha, acordaron que no habría actos de violencia ni respuesta a provocaciones, siguiendo el apego estricto a la no-violencia practicada por la gran mayoría de los miembros del movimiento. La marcha salió bien.
Sin embargo, los medios presentaron al movimiento como dividido aún sabiendo que había un compromiso entre los líderes y el conflicto superado. Los titulares ya no eran sobre las acciones y los logros del movimiento, sino en torno a diferencias ideológicas aparentes dentro del movimiento. Sobre este momento, Martin Luther King dijo: “En toda revolución y cambio fuerte, entre los actores principales, hay picos de acciones unificadas, y valles de gran debate y confusión interna… La prensa adora lo sensacionalista. En cada drama debe haber un protagonista y un antagonista. Y si no existe el antagonista, los medios lo crearán.”
En el mismo capítulo de la autobiografía, uno de los líderes radicales y violentos, Stokely Carmichael, le dice a King que siempre fue su intención generar el conflicto y arrinconar a su figura. En otras palabras, presentarlo como el antagonista moderado y débil. Bajarle el perfil.
Cometiendo el atrevimiento de extrapolar la lucha por los derechos civiles al contexto nicaragüense, podemos decir que hoy estamos en ese valle de debate y confusión. También creo que se puede concluir que existe, dentro de el grupo de oposición, que muy afortunadamente es amplio y heterogéneo, un debate que se ha extendido innecesariamente en cuanto a métodos, aliados, ideología y hasta personas. Esto ha creado protagonistas y antagonistas, debatiendo interminablemente. Y qué cansado.
Este debate se ha mantenido por ya varios meses, distrayendo y alejando la atención de los temas que unifican, las acciones necesarias, los presos políticos, que hasta han muerto presos, y la salida de la crisis doble en que nos encontramos como nación. Y solo con una salida correcta a esta situación habrá justicia y cambio real en Nicaragua.
Probablemente el debate continúe por unos meses más, y que se agrave incluso más. En democracia no todo mundo tiene porqué estar de acuerdo en todo, ni vamos a tener nunca pensamiento verticalizado.
Retomando de nuevo la frase de King, si la unidad es alrededor de los picos, y estamos en el valle, hay que subir el cerro. Para subir una montaña hay que prepararse. Los zapatos son importantes, tener la ruta clara, la distancia, las partes peligrosas. Hay que llevar agua, algo de comer, y estar preparados hasta para perderse. No es recomendable ir solo.
Reconociendo que es en equipo, hay que también tener claridad de con quién vamos a subir la montaña. Hay algunos que caminan más lento. Otros que atrasan. Algunos que quieren cambiar la ruta, tomar otro camino. Y hasta se ha visto otros que se devuelven, no aguantan la subida, por no prepararse o por no tomárselo en serio. Sin embargo, todas estas idas y venidas dejan de importar cuando uno arrancó con la mira puesta en llegar a la cima con todo su equipo. Ojalá que este equipo, en el caso de los grupos democráticos y azul y blanco, tengan la sabiduría real de escoger mejor ruta y el mejor equipo posible, donde cada quién sabe lo que le corresponde y tenga el compromiso de llevar adelante a todo el equipo.
Yo por mi parte, creo en elecciones como el mejor mecanismo para ponernos de acuerdo, y creo también que la creación de esas condiciones no depende de lo que se le exija al gobierno, que las ve como una molestia. Depende, en gran medida, de que exista organización, tanto para unas elecciones transparentes o elecciones con fraude, como las que hemos visto repetidamente en Nicaragua. Esa organización que es la que permite defender el voto, denunciar el fraude, activar comunidades y hacerle frente, como en abril 2018, a las injusticias.
Vamos a ver si subimos la montaña.